El cliclado en el acuario
El ciclo del nitrógeno
La actividad biológica siempre produce residuos
En un ecosistema natural todo se
recicla. No existiría el equilibrio si la naturaleza no fuese capaz de
reducir y reaprovechar todo desecho orgánico. De hecho, hasta que
aparecimos nosotros, la gestión de los residuos en la madre tierra ya
había superado multitud de problemas. Claro que, el factor tiempo nunca
fue determinante. Lo impresionante es que nuestro planeta no solo es
capaz de asumir de forma constante y rutinaria sus propios
“desperdicios”:
Una historia catastrófica (“Basada en hechos reales…”)
Hace mucho, mucho tiempo, un enorme meteorito impactó en la tierra en lo que hoy es la península del Yucatán (Caribe). El impacto fue tan brutal que desplazó el mar caribe levantando olas de cientos de metros que arrasaron las costas de todo el globo hasta muchos kilómetros tierra adentro. Eso no fue nada. La deflagración provocó una avalancha de fuego (Piroplástica) que arrasó miles de kilómetros a la redonda levantando tal nube de materiales que se cree que durante dos años no brilló el sol en todo el mundo. Una penumbra de dos años que exterminó además de los dinosaurios gran parte de la cobertura vegetal.
Toneladas y toneladas de materia
orgánica en descomposición sirviendo de pasto a las bacterias que jamás
vieron semejante banquete (O quizás sí). Aún así la vida se reorganizó
oxidando y sobretodo reduciendo todo desperdicio hasta alcanzar un nuevo
equilibrio, ya diferente del anterior. Durante un tiempo reinó el
imperio de lo diminuto. De hecho siempre ha sido así, pero nuestra tendencia es dar importancia a aquello que podemos ver.
La materia orgánica muerta se descompone en muchísimos compuestos. Las heces de los peces, la excreción, los restos de comida, las hojas muertas de las plantas, los huevos sin fecundar y todo tipo de desperdicio orgánico contienen proteínas en abundancia. La rotura de estas proteínas en descomposición producen desechos nitrogenados que ningún filtro mecánico o químico puede depurar de forma constante (Ya hablaremos de ciertas resinas) y todos estos subproductos son potencialmente tóxicos para los peces.
Provocando un desastre (Premeditación y alevosía)
Si echamos en un acuario de treinta y ocho litros y ya funcionando una sardina (Naturalmente muerta, no seamos sádicos) veremos que en pocas horas su textura comienza a alterarse. La piel se torna blanquecina y una extraña capa de aceite flota alrededor del pez. Las burbujas fruto del movimiento del agua tardan en estallar y flotan acumulándose en las paredes y esquinas del tanque porque aumenta la tensión superficial. Es el primer síntoma de la presencia de urea o albúmina. Pocas horas después los tejidos empiezan a separarse.
La crisis es inminente. Han pasado unas doce horas y aparece el primer compuesto mortal: El amoníaco o ión amonio,
en función del pH del agua, que para colmo empieza a acidificarse con
lo que el ión amonio, algo menos tóxico pasa a ser amoníaco. A estas
alturas las burbujas de la superficie ya se acumulan formando una espuma amarilla
y el agua que hasta ahora era cristalina se torna blancuzca o ambarina
(Imagen arriba). Si eres capaz de soportar la olor del agua notarás que
una muestra huele a lejía.
Es sin duda, el motivo principal que
induce a un neófito a abandonar la acuariofilia. Volvamos a la zona
catastrófica. Si en el tanque hubiera algún pez, estaría agonizando por
asfixia al fijarse las moléculas de amoníaco a las branquias
impidiéndole respirar. Si no estamos en casa para retirarlo, una fuente
de desechos nitrogenados más para la colección. Una crisis como esta
desatendida evoluciona en línea exponencial acabando
con todos los peces en uno o dos días a lo sumo. No conozco a ningún
colega de profesión que no haya pasado por esto alguna vez (Aunque pocos
lo admiten, je, je…). Pero la vida tiene recursos para todo y hace
pocas décadas se descubrió a los responsables de que los océanos, ríos y
lagos no sean un caldo nauseabundo: Las bacterias nitrificantes.
Las bacterias nitrificantes
Cuando empiezas a asimilar procesos como este más consciente eres de la
diversidad biológica que alberga ese objeto decorativo llamado acuario.
Pero volvamos a lo nuestro. Las dichosas bacterias pertenecen a dos
géneros y se alimentan de dos compuestos similares. Viven allí donde no
falta la comida fijadas a cualquier cosa y con la condición de tener oxígeno para respirar (Son aerobias). Por lo tanto, los materiales de un filtro son un lugar idóneo porque el agua circula regalándoles tanto alimento como oxígeno.
¿Pero, de dónde salen?:
Están por todas partes y su rendimiento va en función de su número. Son
fotofóbicas (La luz no les sienta bien) y colonizan poco a poco el
medio en función de la cantidad de alimento.
¿Y cómo lo hacen?: El amoníaco es consumido y degradado en nitrito también tóxico por las bacterias del género Nitrosomonas.
El nitrito es asimilado y reducido a nitrato, mucho menos tóxico para los peces por el género Nitrobacter.
Y finalmente el ciclo lo cierran las plantas acuáticas y algas que asimilan el nitrato como lo que es, un abono fantástico.
Con una colonización lenta y
gradual de peces en un acuario ya plantado podremos convertir lo que
hubiera desencadenado una plaga bíblica en una vegetación exuberante. Soy consciente de que esto es un poco complicado pero si te lo explico como me lo explicaron a mí…
Existen multitud de productos en el mercado relacionados con este proceso. Todos ellos prácticos pero prescindibles si le damos tiempo al sistema a establecerse. Quizás los mas útiles sean los concentrados de bacterias nitrificantes (En líquido o comprimidos, más lentos) y las resinas nitrificantes que absorben el amoníaco y el nitrito pero mucho cuidado: Los test de análisis siguen reflejando la presencia de amoníaco y nitrito aunque las resinas actúen correctamente hasta que súbitamente éstas se agotan provocando el desastre, porque mientras las resinas funcionan impiden la colonización de las bacterias… En definitiva, pan para hoy y hambre para mañana. La mejor aplicación de este producto es su utilización para el transporte prolongado de peces en bolsas presurizadas con oxígeno.
El ciclo del nitrógeno es fundamental para el buen funcionamiento de un acuario
pero no es ni de lejos, el único ciclo a tener en cuenta en la ecología
de un sistema acuático. Conviene no centrarse en este proceso como
único dogma pues están apareciendo nuevas corrientes que postulan otros
modos de arrancar un acuario y con bastante criterio y muy buenos
resultados pero a mi modo de ver, no aptos para novatos… Ya hablaremos.
Fuente: Zootecnia Domestica